Las sinfonías de Beethoven - 3ª Sinfonía

De la Primera a la Segunda sinfonía hay un paso, de la Segunda a la Tercera hay un gran salto. La Tercera es la obra sinfónica más larga de Beethoven, a excepción de la Novena coral, y fue la primera a la que se atribuyó un significado más allá de su valor puramente musical, la primera en lo que se conoció como estilo "heroico". El tono de la sinfonía está en consonancia con el espíritu de la época, revolucionario desde los primeros acordes atronadores, un adiós final al siglo XVIII. La dedicatoria a Napoleón, que Beethoven tachó con rabia patriótica después de que Bonaparte se coronara emperador, es un indicio del propósito y el mensaje de esta obra. Monumental y al mismo tiempo llena de variedad en todos los sentidos, la "Heroica" no tiene nada de ordinaria y no es de extrañar que los contemporáneos de Beethoven se quedaran perplejos, por no decir estupefactos. El primer movimiento, tiene una extensión sin precedentes y en él, un simple motivo de acordes rotos recibe constantemente un nuevo tratamiento, se enriquece con nuevas ideas y se impulsa hacia delante en una sucesión de oleadas de esfuerzo heroico. La escala épica y la convicción interior de la marcha fúnebre, así como los ritmos intrincados y reprimidos del Scherzo van seguidos de un Finale que adopta la forma de un conjunto inusual de variaciones sobre dos temas diferentes: la melodía y la línea de bajo que la acompaña. Beethoven tomó ambos temas de su anterior suite del ballet Prometeo, en una reveladora alusión al semidiós clásico, amigo de los mortales y "portador de la cultura", que sin duda debe ser tan importante como esa dedicatoria -borrada- a Napoleón.